lunes, 27 de marzo de 2017

ORIENTACIÓN ÉTICA DEL ESTADO VENEZOLANO

ORIENTACIÓN ÉTICA DEL ESTADO VENEZOLANO
Ensayo por:
Carolina Farías C.I. 12.818.025 
La ética es uno de los conceptos que nos definen como personas, en cuanto a nuestras interrelaciones con los demás, en especial en nuestro desempeño en los campos académico, laboral y profesional. En mi opinión, la ética se plantea como una de las posibilidades de acercamiento a la realidad del ser humano, de la necesidad de encontrarnos con nosotros mismos, con nuestro entorno social y ambiental o, en otras palabras, lo que nos rodea. Tal parece que la finalidad de la ética en nuestras vidas, según puedo comprenderla, se basa en nuestro deber de comprender la responsabilidad de construir nuestro propio comportamiento y accionar como personas, como profesionales, como ciudadanos pertenecientes a una idiosincrasia, un pueblo, una ciudad, un país y al mundo.
En resumen, la ética nos indica lo que es bueno y lo que es malo o, en otras palabras, lo que debemos y lo que no debemos hacer. Tal forma de pensar y de obrar no es nuevo: tiene sus orígenes, según pude leer al respecto, en el mundo aristocrático de Grecia, con el planteamiento de un ideal de hombre superior al cual aspira la familia. Su tema central se basaba en que todo ser humano debía buscar la “excelencia” como ser humano, como persona, en todos los aspectos relacionados con una conducta distinguida y selecta,  formando, en sí, a un hombre virtuoso caracterizado por los siguientes valores plenos: justicia, valor, autodisciplina y prudencia.
En este sentido, comprendo que el más antiguo testimonio de esta actitud lo ofreció Homero, cuyas obras son fuentes históricas de términos como «bien», «responsabilidad», «virtud», «obligación» o «valor», los cuales florecen en reflexiones éticas posteriores en torno a lo bueno, la virtud como capacidad de destacarse entre los demás (areté), ser el mejor; el sobresalir procurando óptimos servicios a su comunidad (aristós), entre otras formas de comportamiento. Sócrates fue otro grecorromano que dio su aporte, según él, la característica fundamental del bien es la utilidad: lo bueno y lo útil se identifican. Todos los hombres aspiran la felicidad que se asegura con las riquezas, la salud, la belleza, la nobleza, el poder, los honores, la templanza, el valor, la sabiduría.
Ahora bien, en otro de sus orígenes grecorromanos, pude leer y comprender que estos consideraban que la persona que obra mal es porque no sabe lo que está bien, y que la diferencia entre el hombre virtuoso y el hombre que no lo es, estriba en que el hombre virtuoso sabe calcular los placeres y escoger el mayor, mientras que el que no lo es, no puede hacer este cálculo y se entrega a los placeres del momento. De ahí nace la necesidad de la educación como esfuerzo primordial de las familias, en virtud de lograr en las personas una vida plena cívica y una vida privada, propias, para las cuales deberá proveerse de una forma­ción adecuada e idónea. Platón defendía esta postura: él decía que en primer término se debía honrar a los dioses y a los padres y, segundo, mantener la concordia como un bien para la sociedad.
Finalmente, Aristóteles enfatizó lo que él llamó filosofía de las cosas humanas, afirmando que: “El bien es el fin de todas las acciones del hombre […] Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen siempre por mira algún bien que deseamos conseguir”. Ello indica que  el objetivo a conseguir, tanto para la propia persona como para la sociedad en sí, es la felicidad o el bienestar. Para él: “Vivir bien, obrar bien, es sinónimo de ser dichoso”.
En relación a lo anterior, puedo destacar que la experiencia nos ha demostrado que la capacidad de discernir es complicada en la mente del adulto. De ahí la necesidad de formar a nuestros hijos, desde pequeños, para vivir en armonía con otros; que comprendan que no siempre se está de acuerdo; cuidar  de realizar cosas en contra del hábito y la naturaleza, si la razón los persuade que deben hacerlo. Todo ello es trabajo para la educación en el hogar y su respectivo refuerzo en la escuela, donde se aprenden algunas cosas por hábito y otras por instrucción. La educación, tanto en la familia como en la escuela, es un proceso que consiste en fomentar el desarrollo de todas las disposiciones del hombre: intelectuales, morales y éticas, que en cierto modo, son innatas; es un medio de crear nuevas disposiciones a partir de su modo natural de ser; habituar a la persona que se educa al ejercicio de la virtud, lo que conduce al hombre a la felicidad o bien supremo.
En virtud de lo señalado anteriormente, me permito destacar de estos orígenes grecorromanos que la familia era considerada sagrada, y la posición de la mujer como esposa y madre era exaltada e influyente. Su contenido marcadamente religioso viene a incidir en la visión ética de los primeros cristianos.
Ahora bien, ya adentrándonos en nuestras fronteras en la actualidad, puedo destacar que nuestra sociedad vive un proceso de grandes transformaciones sociales, donde la ética de sus ciudadanos debe (o debería) estar ajustada a los principios éticos Bolivarianos, los mismos aparecen explícitos en nuestra Carta Magna, nuestra Constitución, la cual en sus primeros artículos rezan que la República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina del Libertador Simón Bolívar. Así mismo, Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.
Aunado a ello, creo que la educación de nuestros jóvenes y niños debe basarse en estos principios establecidos en nuestra Carta Magna. Y es precisamente por ello mencionado, que mas creo firmemente que nuestros futuros profesionales deben ser educados bajo los principios de la ética y la buena educación, además de virtudes éticas y valores morales. Por ende, existe la normativa encargada de regular el comportamiento ético del profesional venezolano, las mismas están reseñadas en un código de ética, y existe uno prácticamente para cada profesión: abogado, ingeniero, médico, docente, entre otros. Un código de ética es una guía de conducta profesional que recoge un conjunto de criterios y pautas de comportamiento eficaz que garantizan la presentación de servicios óptimos para el cumplimiento social que persigue la profesión referida.

En resumen, considero que el profesional docente, así como todo profesional que ejerza su carrera en cualquier área, debe en la actualidad, y en todo momento, aplicar su opinión profesional independiente y mantener el más alto nivel de conducta profesional. Debe dedicarse a proporcionar un servicio competente, con plena independencia profesional y moral y con compasión y respeto por la dignidad humana. Finalmente, debe ser honesto, tener rectitud y debe respetar los derechos y preferencias de sus clientes, de sus colegas y de otros profesionales. Creo que estos son valores que forjan una actitud correcta en cualquier campo profesional. 

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