ORIENTACIÓN ÉTICA DEL ESTADO VENEZOLANO
Ensayo por:
Carolina Farías C.I. 12.818.025
La
ética es uno de los conceptos que nos definen como personas, en cuanto a
nuestras interrelaciones con los demás, en especial en nuestro desempeño en los
campos académico, laboral y profesional. En mi opinión, la ética se plantea
como una de las posibilidades de acercamiento a la realidad del ser humano, de
la necesidad de encontrarnos con nosotros mismos, con nuestro entorno social y ambiental
o, en otras palabras, lo que nos rodea. Tal parece que la finalidad de la ética
en nuestras vidas, según puedo comprenderla, se basa en nuestro deber de
comprender la responsabilidad de construir nuestro propio comportamiento y
accionar como personas, como profesionales, como ciudadanos pertenecientes a
una idiosincrasia, un pueblo, una ciudad, un país y al mundo.
En resumen, la ética nos indica lo que es bueno y
lo que es malo o, en otras palabras, lo que debemos y lo que no debemos hacer.
Tal forma de pensar y de obrar no es nuevo: tiene sus orígenes, según pude leer
al respecto, en
el mundo aristocrático de Grecia, con el planteamiento de un ideal de hombre
superior al cual aspira la familia. Su tema central se basaba en que todo ser
humano debía buscar la “excelencia” como ser humano, como persona, en todos los
aspectos relacionados con una conducta distinguida y selecta, formando, en sí, a un hombre virtuoso
caracterizado por los siguientes valores plenos: justicia, valor,
autodisciplina y prudencia.
En
este sentido, comprendo que el más antiguo testimonio de esta actitud lo
ofreció Homero, cuyas obras son fuentes históricas de términos como «bien»,
«responsabilidad», «virtud», «obligación» o «valor», los cuales florecen en
reflexiones éticas posteriores en torno a lo bueno, la virtud como capacidad de
destacarse entre los demás (areté),
ser el mejor; el sobresalir procurando óptimos servicios a su comunidad (aristós), entre otras formas de
comportamiento. Sócrates fue otro grecorromano que dio su aporte, según él, la
característica fundamental del bien es la utilidad: lo bueno y lo útil se
identifican. Todos los hombres aspiran la felicidad que se asegura con las
riquezas, la salud, la belleza, la nobleza, el poder, los honores, la
templanza, el valor, la sabiduría.
Ahora bien, en otro de sus orígenes
grecorromanos, pude leer y comprender que estos consideraban que la persona que
obra mal es porque no sabe lo que está bien, y que la diferencia entre el
hombre virtuoso y el hombre que no lo es, estriba en que el hombre virtuoso
sabe calcular los placeres y escoger el mayor, mientras que el que no lo es, no
puede hacer este cálculo y se entrega a los placeres del momento. De ahí nace la
necesidad de la educación como esfuerzo primordial de las familias, en virtud
de lograr en las personas una vida plena cívica y una vida privada, propias,
para las cuales deberá proveerse de una formación adecuada e idónea. Platón
defendía esta postura: él decía que en primer término se debía honrar a los
dioses y a los padres y, segundo, mantener la concordia como un bien para la
sociedad.
Finalmente, Aristóteles enfatizó lo que
él llamó filosofía de las cosas humanas, afirmando que: “El bien es el fin de
todas las acciones del hombre […] Todas las artes, todas las indagaciones
metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones
morales, tienen siempre por mira algún bien que deseamos conseguir”. Ello
indica que el objetivo a conseguir, tanto
para la propia persona como para la sociedad en sí, es la felicidad o el
bienestar. Para él: “Vivir bien, obrar bien, es sinónimo de ser dichoso”.
En relación a lo anterior, puedo
destacar que la experiencia nos ha demostrado que la capacidad de discernir es complicada
en la mente del adulto. De ahí la necesidad de formar a nuestros hijos, desde
pequeños, para vivir en armonía con otros; que comprendan que no siempre se
está de acuerdo; cuidar de realizar cosas en contra del hábito y la
naturaleza, si la razón los persuade que deben hacerlo. Todo ello es trabajo
para la educación en el hogar y su respectivo refuerzo en la escuela, donde se
aprenden algunas cosas por hábito y otras por instrucción. La educación, tanto
en la familia como en la escuela, es un proceso que consiste en fomentar el
desarrollo de todas las disposiciones del hombre: intelectuales, morales y
éticas, que en cierto modo, son innatas; es un medio de crear nuevas
disposiciones a partir de su modo natural de ser; habituar a la persona que se
educa al ejercicio de la virtud, lo que conduce al hombre a la felicidad o bien
supremo.
En virtud de lo señalado anteriormente,
me permito destacar de estos orígenes grecorromanos que la familia era considerada
sagrada, y la posición de la mujer como esposa y madre era exaltada e
influyente. Su contenido marcadamente religioso viene a incidir en la visión
ética de los primeros cristianos.
Ahora bien, ya adentrándonos en nuestras
fronteras en la actualidad, puedo destacar que nuestra sociedad vive un proceso
de grandes transformaciones sociales, donde la ética de sus ciudadanos debe (o
debería) estar ajustada a los principios éticos Bolivarianos, los mismos aparecen
explícitos en nuestra Carta Magna, nuestra Constitución, la cual en sus
primeros artículos rezan que la República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente
libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de
libertad, igualdad, justicia y paz
internacional en la doctrina del Libertador Simón Bolívar. Así mismo, Venezuela se
constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de
Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de
su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la democracia, la
responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos,
la ética y el pluralismo político.
Aunado a ello, creo que la educación de nuestros
jóvenes y niños debe basarse en estos principios establecidos en nuestra Carta
Magna. Y es precisamente por ello mencionado, que mas creo firmemente que
nuestros futuros profesionales deben ser educados bajo los principios de la
ética y la buena educación, además de virtudes éticas y valores morales. Por
ende, existe la normativa encargada de regular el comportamiento ético del
profesional venezolano, las mismas están reseñadas en un código de ética, y
existe uno prácticamente para cada profesión: abogado, ingeniero, médico,
docente, entre otros. Un código de ética es una guía de conducta profesional
que recoge un conjunto de criterios y pautas de comportamiento
eficaz que garantizan la presentación de servicios óptimos para el cumplimiento
social que persigue la profesión referida.
En resumen, considero que el profesional docente,
así como todo profesional que ejerza su carrera en cualquier área, debe en la
actualidad, y en todo momento, aplicar su opinión profesional independiente y mantener
el más alto nivel de conducta profesional. Debe dedicarse a proporcionar un
servicio competente, con plena independencia profesional y moral y con
compasión y respeto por la dignidad humana. Finalmente, debe ser honesto, tener
rectitud y debe respetar los derechos y preferencias de sus clientes, de sus
colegas y de otros profesionales. Creo que estos son valores que forjan una
actitud correcta en cualquier campo profesional.
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