DESARROLLO AFECTIVO EMOCIONAL
Ensayo por:
AIDALIS
DURAN
ANAICES
AGUANA
LUISA
ROBLES
En los primeros años de vida el desarrollo emocional significa un momento
clave que repercutirá en la futura personalidad de los niños y niñas, la
Educación Primaria y la más importante se encuentra entre la etapa de educación
infantil, se desarrolla entre los 6 y12 años. Comprende seis cursos académicos,
desde los 6 a los 12 años y tiene carácter obligatorio. Se estructura en tres
ciclos de dos cursos cada uno para los que se establecen unos objetivos
generales para cada etapa: ciclo inicial (de 6 a 8años), ciclo medio (de 8 a 10
años) y ciclo superior (10 a 12 años).
La palabra emoción ha sido definida
como una agitación del ánimo
acompañada de fuertes conmociones en el ámbito somático. El estado emocional de
una persona determina la forma en que percibe el mundo, Una emoción se produce cuando unas informaciones
sensoriales llegan a los centros emocionales del cerebro. Esta
se genera como
una respuesta a
un acontecimiento externo
o un suceso interno (pensamiento, imagen,
fantasía, conducta, emoción, etc.) en este sentido el niño
va construyendo el significado de sus experiencias
emocionales a partir de sus interacciones con las personas que lo cuidan. La
actitud de estas personas desencadena respuestas en los niños, respuestas que
son propias de cada uno de ellos, y a su vez el niño estimula con su presencia
al adulto y así se establece un lazo único entre ellos. El intercambio relacional con personas
significativas en el primer año de
vida enseñará al niño a interpretar las reacciones de los demás y sus
experiencias emocionales le permitirán evaluar cómo actuar en consecuencia. A
partir de esta edad, sus interacciones se tornarán más complejas, sus acciones
y respuestas también. Aprenderá a reconocer patrones de
conducta en los
otros y a imitarlos,
comenzará a manejar
ideas y no
sólo acciones y
estas ideas, como imágenes que
se suceden en su interior, le permitirán pensar las acciones antes de ponerlas
en práctica.
En La
relación afectiva maestra-niño, este período adquiere un carácter dialogal,
ella debe hacerle sentir placer por la comunicación y
el diálogo interactivo, respondiendo a
sus requerimientos con
una invitación a
la reflexión y no únicamente a la acción; por ejemplo, si
el niño dice "quiero la pelota", ella puede ir más allá de responder
"bueno" o simplemente pasarle la pelota, preguntando "qué harás
con ella", para así incitarlo a pensar en su petición y no sólo a satisfacer su necesidad de acción; de
esta manera el niño irá adquiriendo práctica en la elaboración de ideas y en la
reflexión sobre sus emociones, propósitos
y deseos.
En La etapa del desarrollo
emocional del niño
alrededor de los
6 años se hace notable un aumento
de: los campos
de interés, los conocimientos, la influencia escolar,
curiosidad ambiental, la socialización, de los dibujos como medio de expresión,
juegos colectivos más competitivos y la velocidad, la exactitud, el equilibrio
y la fuerza en los mismos. Y a su vez existe una reducción de: La fantasía, el
egocentrismo y el juego solitario, elementos hasta ahora muy importantes en la
etapa de educación Infantil. Las
emociones se van diferenciando entre sí y se manifiestan con mayor rapidez,
intensidad y duración, pudiendo llegar a transformarse en sentimientos, empiezan
a comprender que la manifestación de sus emociones es conocida por los
demás. A partir de los 7 años toman
conciencia de que las emociones no perduran y pierden intensidad. A la edad de los 8 años se empieza a desarrollar
la comprensión de la ambivalencia emocional, es decir,
a sentir emociones
contrarias ante una
misma situación. Trabajar el
vocabulario emocional enriquece
la conciencia emocional. Las emociones vividas influyen ante
situaciones similares, ya que en esta etapa se desarrolla el recuerdo de las
vivencias unido a las emociones que generan las mismas y a medida que van
creciendo sus emociones se van regulando, es un
Período Afectivo de tranquilidad.
A lo largo de esta etapa
se va adquiriendo
la capacidad de
regular la vida
emocional y cada
vez va adquiriendo
más experiencias y enriqueciendo su lenguaje, mejora la comprensión emocional, a veces los
estados emocionales alcanzan
tal intensidad que
se vuelven perturbadores y son poco adaptativos.
Durante los primeros años de la
infancia, el primer contexto en el que la gran mayoría de los niños y las niñas
crecen y se desarrollan es la familia.
La parte afectiva, el sentirse unidos a sus padres y madres les ayuda a
desarrollar herramientas sociales, como
la inteligencia y la confianza en sí mismos. En el desarrollo, los niños y las
niñas, se van involucrando en nuevos contextos y, en consecuencia, van
apareciendo nuevas fuentes de influencia en el desarrollo de la personalidad.
La escuela y la familia, se convierten entonces en los dos contextos más
influyentes en la personalidad infantil; así como el grupo de los iguales van a
jugar un papel crucial en el proceso de socialización durante estos años. A través de esta interacción social
que se establecen
con todas estas personas,
los niños y
las niñas van
a aprender a comunicarse, comprenderán las normas de
conducta e irán asimilando y adquiriendo los valores.
En este lapso los adultos tratan de
regular y modificar estos estados del bebé, haciendo que sepa adaptarse y
afrontar las diferentes situaciones con unas implicaciones emocionales reguladas
y manejables, este control externo de las propias emociones lo que se va a
transformar en un proceso de autocontrol, donde los niños aprenden a evaluar, regular y
modificar, si es preciso, sus propios estados emocionales. Antes de los 6 años hay ciertos indicios de
control emocional; a partir de esta
edad, los niños parecen diferenciar de manera clara entre la experiencia
emocional interior y la expresión externa de las emociones, siendo capaces de
ocultar los sentimientos propios a los demás mediante la modificación de la
expresión conductual externa. Además, a estas edades, también son conscientes
de que alterar la apariencia externa no implica la modificación del estado
emocional interno; si se quiere cambiar ese estado, será preciso aplicar
determinadas estrategias más activas que van desarrollándose durante la
infancia. Desde los 4-5 años es posible observar el empleo de ciertas
estrategias para modificar un estado no deseado; el procedimiento más empleado
consiste en tratar de cambiar la situación que provoca tal estado emocional por
otra distinta que provoque un estado diferente, buscando, pues, una alternativa
que lleve asociada una emoción positiva.
Esto también abarca lo que denominamos
la autonomía emocional quienes Entre los
6 y 8 años definen el yo a través de la comparación con ellos mismos y su
pasado. Sin embargo, entre 8 y 12 años se incorpora la
comparación social. (Yo – Mis compañeros)
A nivel de autoestima hasta los 8 años la percepción de sí mismo es
positiva, A partir de los 8 años se va
a una percepción más realista que no siempre es favorable, y que pone en
peligro el autoestima. Todos tenemos la necesidad de querer y ser querido, esto
es fundamental para el desarrollo de la autoestima y para el bienestar social.
Al comienzo de esta etapa se alcanza un conocimiento social suficiente para el
inicio de las críticas y valoraciones personales,
El docente deberá encontrar estrategias
adecuadas de interacción en cada situación y etapa del proceso educativo, así
como para cada niño en particular, ya que su relación con cada uno de ellos es
personal y única, y la etapa por la que ellos atraviesan es decisiva para la
construcción de la confianza en uno mismo, el sentido de seguridad y la elaboración
de las relaciones interpersonales. La
estructura de la
sociedad actual no
favorece un proceso educativo personalizado y el
carácter impersonal de las relaciones que se establecen en los centros
educativos, poco contribuye a fortalecer el potencial intelectual que nace y
crece en la interacción afectiva niño-adulto; es por esto que se hace perentorio terminar con
la dicotomía entre
emoción e intelecto
y reconocer que
el desarrollo intelectual está dinámicamente enlazado con las
emociones y, en consecuencia, es necesario educar conjuntamente ambos aspectos
dela inteligencia, favoreciendo la
construcción de aprendizajes intelectual
y emocionalmente significativos .
la maestra debe hacerle sentir placer
por la comunicación y el
diálogo interactivo, respondiendo a
sus requerimientos con
una invitación a
la reflexión y no únicamente a la acción; por ejemplo, si
el niño dice "quiero la pelota", ella puede ir más allá de responder
"bueno" o simplemente pasarle la pelota, preguntando "qué harás
con ella", para así incitarlo a pensar en su petición y no sólo a satisfacer su necesidad de acción; de
esta manera el niño irá adquiriendo práctica en la elaboración de ideas y en la
reflexión sobre sus emociones, propósitos
y deseos.
El niño aprende constantemente del
entorno en el que vive y se desarrolla. La entrada en la escuela amplía el
entorno social del
niño, aun así,
la influencia familiar sigue
siendo para una
gran mayoría el
factor básico en la determinación de su futura madurez
personal. La vida familiar supone, por una parte, el centro de comunicaciones
afectivas, donde se
van conformando las actitudes sociales;
por otra, es
también origen de
cuadros normativos de conducta.
Cada tipo de ambiente ayuda
al niño a
descubrir los diferentes
aspectos de la vida
que él asimila inconscientemente. El ambiente familiar le ofrece seguridad y
confianza, el entorno escolar le descubre otros niños y le desafía en la
conquista de habilidades que le satisfacen, el ambiente de la calle le permite
también encontrar muchas experiencias que recoge y poco a poco integra.
Hay que hacer lo posible para que la vida
del niño transcurra en un clima de amor, comprensión, seguridad y afecto. Desde
que los bebés son muy pequeños, experimentan y expresan emociones de diferente
índole.
Recorriendo el camino de lo que se refiere al desarrollo emocional; a lo
largo del resto
de la infancia
y la adolescencia, los
niños tienen que
comprender la existencia
de emociones contradictorias, conocer y adoptar las normas de expresión
de las emociones y aprender a controlarlas nos referimos entonces a la
comprensión de la ambivalencia emocional, al desarrollo de la toma de perspectiva
emocional y la compresión de las emociones y al desarrollo de la
autorregulación emocional. En Las emociones contradictorias y su comprensión,
son pocas las situaciones diarias que nos provocan sentimientos positivos o negativos
al mismo tiempo. aunque hay ciertas situaciones que provocan reacciones
emocionales muy claras y diferenciadas, otras situaciones pueden provocar un estado
emocional caracterizado por la combinación de sentimientos diversos que pueden
llegar a ser incluso contradictorios, dando lugar a
lo que se
conoce como ambivalencia emocional.
El reconocimiento
consciente de la ambivalencia
emocional es un logro difícil para los niños y se tarda bastante en alcanzarlo.
Así, aunque se puede observar la expresión de emociones contradictorias en
niños de incluso un año de edad, el reconocimiento explícito de esta
ambivalencia no suele producirse antes de los 7-8 años. Entre uno y otro
momento, Harter y Budding (1987, citados por Palacios e Hidalgo, 1999:369)
describen una secuencia evolutiva que consta delos pasos siguientes: a) En un
primer momento, entre los 3 y los 5 años, los niños son incapaces de admitir
que una misma situación pueda provocar dos emociones diferentes, posibilidad
que niegan de forma rotunda. b) A continuación, alrededor de los 6-7 años, se
observa una fase intermedia en la cual los niños comienzan a admitir que algunas
situaciones pueden provocar más de una emoción, pero siempre teniendo en cuenta
que una de ellas precede o sigue a la otra.
Evidentemente, admitir la coexistencia
de emociones contradictorias forma parte de los avances que tienen lugar en el campo de
la comprensión emocional, y, por
tanto, está relacionado
con dos fuentes
de influencia. Por
una parte, la evolución de la
comprensión emocional depende estrechamente de los progresos que van teniendo
lugar en el ámbito cognitivo y, en este sentido, es necesario que el niño
alcance un cierto nivel de complejidad cognitiva para que pueda tomar conciencia de sus actos. Por
otra parte la experiencia
social es igualmente
necesaria para la comprensión de la ambivalencia emocional;
el contexto social es el encargado de proporcionar al niño la oportunidad de
experimentar en sí mismo las diversas emociones, así como observar esas emociones en los demás; en la
medida en que los adultos las interacciones diarias deben ayudar al niño a interpretar diferentes estados
emocionales y a conocer sus causas, están promoviendo nuevos avances en el
desarrollo de la comprensión emocional.
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