lunes, 27 de marzo de 2017

DESARROLLO AFECTIVO EMOCIONAL

DESARROLLO AFECTIVO EMOCIONAL
Ensayo por:

AIDALIS DURAN
ANAICES AGUANA
LUISA ROBLES

En los primeros años de vida  el desarrollo emocional significa un momento clave que repercutirá en la futura personalidad de los niños y niñas, la Educación Primaria y la más importante se encuentra entre la etapa de educación infantil, se desarrolla entre los 6 y12 años. Comprende seis cursos académicos, desde los 6 a los 12 años y tiene carácter obligatorio. Se estructura en tres ciclos de dos cursos cada uno para los que se establecen unos objetivos generales para cada etapa: ciclo inicial (de 6 a 8años), ciclo medio (de 8 a 10 años) y ciclo superior (10 a 12 años).
La palabra emoción ha sido   definida  como  una agitación del ánimo acompañada de fuertes conmociones en el ámbito somático. El estado emocional de una persona determina la forma en que percibe el mundo,  Una emoción se produce cuando unas informaciones sensoriales llegan a los centros emocionales del cerebro.   Esta   se  genera  como  una   respuesta  a   un  acontecimiento   externo  o  un  suceso interno (pensamiento, imagen, fantasía, conducta, emoción, etc.) en este sentido el  niño  va   construyendo  el significado de sus experiencias emocionales a partir de sus interacciones con las personas que lo cuidan. La actitud de estas personas desencadena respuestas en los niños, respuestas que son propias de cada uno de ellos, y a su vez el niño estimula con su presencia al adulto y así se establece un lazo único entre ellos.  El intercambio relacional con personas significativas en el primer   año   de   vida enseñará  al niño   a interpretar   las reacciones de los demás y sus experiencias emocionales le permitirán evaluar cómo actuar en consecuencia. A partir de esta edad, sus interacciones se tornarán más complejas, sus acciones y respuestas también. Aprenderá a reconocer patrones   de   conducta   en   los   otros   y a   imitarlos,   comenzará   a   manejar   ideas   y   no   sólo   acciones   y   estas   ideas, como imágenes que se suceden en su interior, le permitirán pensar las acciones antes de ponerlas en práctica.
 En  La relación afectiva maestra-niño, este período adquiere un carácter dialogal, ella debe hacerle sentir placer por la comunicación   y   el   diálogo interactivo,   respondiendo   a   sus   requerimientos   con   una   invitación   a   la   reflexión y   no únicamente a la acción; por ejemplo, si el niño dice "quiero la pelota", ella puede ir más allá de responder "bueno" o simplemente pasarle la pelota, preguntando "qué harás con ella", para así incitarlo a pensar en su petición y no  sólo a satisfacer su necesidad de acción; de esta manera el niño irá adquiriendo práctica en la elaboración de ideas y en la reflexión sobre sus emociones, propósitos  y  deseos.
En La etapa del   desarrollo   emocional   del   niño   alrededor   de   los   6   años   se hace notable un    aumento   de:   los   campos   de   interés,   los conocimientos, la influencia escolar, curiosidad ambiental, la socialización, de los dibujos como medio de expresión, juegos colectivos más competitivos y la velocidad, la exactitud, el equilibrio y la fuerza en los mismos. Y a su vez existe una reducción de: La fantasía, el egocentrismo y el juego solitario, elementos hasta ahora muy importantes en la etapa de educación Infantil.     Las emociones se van diferenciando entre sí y se manifiestan con mayor rapidez, intensidad y duración, pudiendo llegar a transformarse en sentimientos, empiezan a comprender que la manifestación de sus emociones es conocida por los demás.       A partir de los 7 años toman conciencia de que las emociones no perduran y pierden intensidad.     A la edad de los 8 años se empieza a desarrollar la comprensión de la ambivalencia emocional,  es decir,   a   sentir   emociones   contrarias   ante   una   misma   situación.    Trabajar   el   vocabulario   emocional   enriquece    la conciencia emocional.  Las emociones vividas influyen ante situaciones similares, ya que en esta etapa se desarrolla el recuerdo de las vivencias unido a las emociones que generan las mismas y a medida que van creciendo sus emociones se van regulando, es un  Período Afectivo de tranquilidad.  A lo largo de   esta  etapa  se   va  adquiriendo   la   capacidad  de  regular  la  vida   emocional  y  cada  vez   va  adquiriendo  más experiencias y enriqueciendo su lenguaje, mejora  la comprensión emocional, a veces  los   estados   emocionales   alcanzan   tal   intensidad   que   se vuelven perturbadores y son poco adaptativos.
Durante los primeros años de la infancia, el primer contexto en el que la gran mayoría de los niños y las niñas crecen y se desarrollan es la familia.  La parte afectiva, el sentirse unidos a sus padres y madres les ayuda a desarrollar  herramientas sociales, como la inteligencia y la confianza en sí mismos. En el desarrollo, los niños y las niñas, se van involucrando en nuevos contextos y, en consecuencia, van apareciendo nuevas fuentes de influencia en el desarrollo de la personalidad. La escuela y la familia, se convierten entonces en los dos contextos más influyentes en la personalidad infantil; así como el grupo de los iguales van a jugar un papel crucial en el proceso de socialización durante  estos años. A través de esta interacción   social   que   se   establecen   con   todas estas   personas,   los   niños   y   las   niñas   van   a   aprender   a comunicarse, comprenderán las normas de conducta e irán asimilando y adquiriendo los valores.
En este lapso los adultos tratan de regular y modificar estos estados del bebé, haciendo que sepa adaptarse y afrontar las diferentes situaciones con unas implicaciones emocionales reguladas y manejables, este control externo de las propias emociones lo que se va a transformar en un proceso de autocontrol, donde  los niños aprenden a evaluar, regular y modificar, si es preciso, sus propios estados emocionales.  Antes de los 6 años hay ciertos indicios de control emocional; a partir de esta  edad, los niños parecen diferenciar de manera clara entre la experiencia emocional interior y la expresión externa de las emociones, siendo capaces de ocultar los sentimientos propios a los demás mediante la modificación de la expresión conductual externa. Además, a estas edades, también son conscientes de que alterar la apariencia externa no implica la modificación del estado emocional interno; si se quiere cambiar ese estado, será preciso aplicar determinadas estrategias más activas que van desarrollándose durante la infancia. Desde los 4-5 años es posible observar el empleo de ciertas estrategias para modificar un estado no deseado; el procedimiento más empleado consiste en tratar de cambiar la situación que provoca tal estado emocional por otra distinta que provoque un estado diferente, buscando, pues, una alternativa que lleve asociada una emoción positiva.
Esto también abarca lo que denominamos la autonomía emocional quienes Entre los  6 y 8 años definen el yo a través de la comparación con ellos mismos y su pasado.    Sin embargo, entre 8 y 12 años se incorpora la comparación social. (Yo – Mis compañeros)    A nivel de autoestima hasta los 8 años la percepción de sí mismo es positiva,    A partir de los 8 años se va a una percepción más realista que no siempre es favorable, y que pone en peligro el autoestima. Todos tenemos la necesidad de querer y ser querido, esto es fundamental para el desarrollo de la autoestima y para el bienestar social. Al comienzo de esta etapa se alcanza un conocimiento social suficiente para el inicio de las críticas y valoraciones personales,
El docente deberá encontrar estrategias adecuadas de interacción en cada situación y etapa del proceso educativo, así como para cada niño en particular, ya que su relación con cada uno de ellos es personal y única, y la etapa por la que ellos atraviesan es decisiva para la construcción de la confianza en uno mismo, el sentido de seguridad y la   elaboración   de   las   relaciones interpersonales.  La   estructura   de   la   sociedad   actual   no   favorece   un   proceso educativo personalizado y el carácter impersonal de las relaciones que se establecen en los centros educativos, poco contribuye a fortalecer el potencial intelectual que nace y crece en la interacción afectiva niño-adulto; es por esto que se hace  perentorio terminar   con   la   dicotomía   entre   emoción   e   intelecto   y   reconocer   que   el desarrollo   intelectual   está dinámicamente enlazado con las emociones y, en consecuencia, es necesario educar conjuntamente ambos aspectos dela inteligencia,   favoreciendo   la   construcción   de   aprendizajes   intelectual   y emocionalmente   significativos .
la maestra debe hacerle sentir placer por la comunicación   y   el   diálogo interactivo,   respondiendo   a   sus   requerimientos   con   una   invitación   a   la   reflexión y   no únicamente a la acción; por ejemplo, si el niño dice "quiero la pelota", ella puede ir más allá de responder "bueno" o simplemente pasarle la pelota, preguntando "qué harás con ella", para así incitarlo a pensar en su petición y no  sólo a satisfacer su necesidad de acción; de esta manera el niño irá adquiriendo práctica en la elaboración de ideas y en la reflexión sobre sus emociones, propósitos  y  deseos.
El niño aprende constantemente del entorno en el que vive y se desarrolla. La entrada en la escuela amplía el entorno   social   del   niño,   aun   así,   la   influencia familiar   sigue   siendo   para   una   gran   mayoría   el   factor   básico   en la determinación de su futura madurez personal. La vida familiar supone, por una parte, el centro de comunicaciones afectivas,   donde   se   van   conformando   las actitudes   sociales;   por   otra,   es   también   origen   de   cuadros   normativos de conducta. Cada   tipo   de   ambiente   ayuda   al   niño   a   descubrir   los   diferentes   aspectos   de   la vida   que   él   asimila inconscientemente.  El ambiente familiar le ofrece seguridad y confianza, el entorno escolar le descubre otros niños y le desafía en la conquista de habilidades que le satisfacen, el ambiente de la calle le permite también encontrar muchas experiencias que recoge y poco a poco integra.
Hay que hacer lo posible para que la vida del niño transcurra en un clima de amor, comprensión, seguridad y afecto. Desde que los bebés son muy pequeños, experimentan y expresan emociones de diferente índole.  
Recorriendo el camino de  lo que se refiere al desarrollo emocional; a   lo   largo   del   resto   de   la   infancia   y   la adolescencia,   los   niños   tienen   que   comprender   la   existencia   de emociones contradictorias, conocer y adoptar las normas de expresión de las emociones y aprender a controlarlas nos referimos entonces a la comprensión de la ambivalencia emocional, al desarrollo de la toma de perspectiva emocional y la compresión de las emociones y al desarrollo de la autorregulación emocional.  En  Las emociones contradictorias y su comprensión, son pocas las situaciones diarias que nos provocan sentimientos positivos o negativos al mismo tiempo. aunque hay ciertas situaciones que provocan reacciones emocionales muy claras y diferenciadas, otras situaciones pueden provocar un estado emocional caracterizado por la combinación de sentimientos diversos que pueden llegar a ser incluso contradictorios, dando lugar   a   lo   que   se   conoce   como   ambivalencia   emocional.
  El   reconocimiento consciente   de   la   ambivalencia emocional es un logro difícil para los niños y se tarda bastante en alcanzarlo. Así, aunque se puede observar la expresión de emociones contradictorias en niños de incluso un año de edad, el reconocimiento explícito de esta ambivalencia no suele producirse antes de los 7-8 años. Entre uno y otro momento, Harter y Budding (1987, citados por Palacios e Hidalgo, 1999:369) describen una secuencia evolutiva que consta delos pasos siguientes: a) En un primer momento, entre los 3 y los 5 años, los niños son incapaces de admitir que una misma situación pueda provocar dos emociones diferentes, posibilidad que niegan de forma rotunda. b) A continuación, alrededor de los 6-7 años, se observa una fase intermedia en la cual los niños comienzan a admitir que algunas situaciones pueden provocar más de una emoción, pero siempre teniendo en cuenta que una de ellas precede o sigue a la otra.

Evidentemente, admitir la coexistencia de emociones contradictorias forma parte de los avances que tienen lugar en el campo  de   la  comprensión   emocional, y,   por   tanto,   está   relacionado   con   dos   fuentes   de   influencia.   Por  una   parte, la evolución de la comprensión emocional depende estrechamente de los progresos que van teniendo lugar en el ámbito cognitivo y, en este sentido, es necesario que el niño alcance un cierto nivel de complejidad cognitiva para que pueda tomar   conciencia de sus actos.   Por   otra parte la   experiencia social   es   igualmente   necesaria   para   la comprensión de la ambivalencia emocional; el contexto social es el encargado de proporcionar al niño la oportunidad de experimentar en sí mismo las diversas emociones, así como  observar esas emociones en los demás; en la medida en que los adultos las interacciones diarias deben  ayudar  al niño a interpretar diferentes estados emocionales y a conocer sus causas, están promoviendo nuevos avances en el desarrollo de la comprensión emocional. 

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